De putas y mercenarios (lentejas)
Quizá seamos una editorial de reciente creación, es cierto, pero no lo es menos que llevamos mucho tiempo dedicados a la gestión cultural y a la producción de libros para terceros e instituciones. Durante estos más de 15 años siempre hemos intentado acomodar al cliente mientras procurábamos manufacturar los mejores productos posibles. Dependiendo de nuestro estado de ánimo hemos sido putas o mercenarios, siempre respetando el mandato y los deseos del cliente. La pasión de producir objetos agradables, sean libros, exposiciones, aplicaciones, imágenes,... ha estado muy presente en nuestra forma de relacionarnos con este medio, por eso, y porque siempre hemos creído que un mundo lleno de cosas bellas es más soportable, si no más agradable, hemos decidido que nuestra pasión por los libros sea nuestra forma de vida. Y lo hacemos convencidos de que al formato códex, al libro impreso, le queda mucho camino por recorrer. Creemos que una buena edición, una cubierta atractiva, una buena tipografía; que un papel agradable y una encuadernación robusta pero flexible, son los envoltorios perfectos de un contenido sólido, interesante y agradable. Por eso estamos dispuestos a editar todo aquello que nos guste sin encasillarnos ni en estilos, escuelas (reales o ficticias), tendencias críticas o estéticas, ni circunscribirnos a arbitrarias convenciones de edad, género, raza, orientación sexual o procedencia.
Pero en este caso somos nosotros los que elegimos y vamos a seleccionar aquellos textos, autores e ilustradores en los que creamos, o que nos hayan marcado de una u otra forma; y vamos a producirles dentro de nuestras posibilidades y con nuestras propias decisiones estéticas. No quiere decir que aquello que elijamos sea mejor que lo que desechemos. Querrá decir que es lo que queremos producir, que creemos en ello y sabemos muy claramente cómo transformar la idea en objeto físico, qué formatos, papeles, tipografías, qué elementos gráficos, qué encuadernación; que sabemos, en definitiva, como definir el objeto que queremos en las manos de nuestros lectores, nos resistimos a llamarles clientes. Son lentejas. Si somos capaces de interesaros, nos comprometemos a seguir produciendo textos y objetos. Si no fuera el caso,... pues querrá decir que no... y que tendremos que seguir alquilando nuestros servicios al mejor postor. Tampoco sería una catástrofe.
Ni la primera vez.
Mr. Griffin, antes de su accidente, en Coney Island