Quilma es, en primera instancia, un anecdotario familiar alrededor de doce escenas protagonizadas por la madre de la autora. De ese relato impresionista resulta un retrato íntimo, tamizado por el afecto, que alude al hecho universal de la maternidad y del aprendizaje emocional. Por otra parte, la autora de los textos ha pretendido compaginar esa vivencia común a todos los hombres con el homenaje a la mujer que fue su madre, a su inteligencia, su sensibilidad y su generosidad. Más allá de lo personal, la obra es un reconocimiento a toda una generación, la que vivió la guerra civil y padeció sus secuelas de pérdidas y miseria.

 

Las anécdotas recogen diferentes momentos de la vida de la homenajeada. Tres son los ámbitos o escenarios tratados: el de los contenidos estéticos (la percepción de un huevo o de La maja desnuda de Goya), el de los referentes morales (el infanticidio, la desnudez) y, especialmente, el mundo rural del que la protagonista procedía, con sus palabras y su especial relación con la naturaleza (la lluvia, la comadreja, los injertos).

 

Cada una de las doce escenas aparece acompañada por una ilustración a doble página en forma de collagesdigitales que puntualmente recurren a fotografías del álbum familiar. El ilustrador, Rrose, se ha ajustado al tono de contención y sencillez de los textos, sin sacrificar en ningún momento la carga emotiva y subrayando la delicadeza de la materia tratada. Palabras e imágenes forman un solo cuerpo destinado al goce del lector.